Se siente el frío invernal limeño mientras uno va
descendiendo, sí, y me voy aproximando hacia una claridad allá abajo; en
efecto, es un área verdosa, de pronto el frío va tornándose en una sensación
térmica más bien fresca; ya desapareció aquella helada y perturbadora niebla
matinal, y puedo comprobar que de pronto el clima está ahora más templado; la primavera había
llegado, y el mes de octubre también y el tiempo había volado en un suspiro,
pero, hacia el remoto pasado del año
1960;
(Google Earth dice que se pueden
conseguir imágenes satelitales del pasado de diferentes puntos del globo),
¿será que he de poder ver el Miraflores de la turbulenta década sesentera?
De cualquier manera, aquí están en el jardín, lo que desde
arriba se veían como dos puntos uno grande y otro pequeño, no son otros sino ellos,
¿quiénes más?: Mi viejo, un voluminoso hombre que aunque no llegaba al metro
ochenta ni a los 30 diciembres, su peso si sería la suma de ambas cifras; y el suscrito,rechocnchito también, disfrutando su segundo bisiesto. Se ve que la
están pasando muy bien, se les percibe relajados y felices.
El señor Aguirre lee su periódico y su primogénito
juega, sabe Dios con qué, pero está muy entretenido, nada los perturba debajo
del sol primaveral que se ha dignado, por indicación del Altísimo, calentar la
cuasi-portuaria ciudad heroica.
Todo era diferente desde este huerto (habían árboles frutales y hasta crecían tomates también), todo era solaz, diversión
y relax (ojalá la vida fuera siempre así). No habían problemas, ni obligaciones
que atender, ni impuestos o cuentas que pagar; uno no tenía que preocuparse por
nadie, ni siquiera por uno mismo; para eso estaban los viejos, quienes asumían ese costo, Anyway, adultos o
pequeños, no importa la edad, al venir al jardín, experimentarán, no que se
desvanecen los problemas y las angustias de este peregrinaje; sino que podrán
advertir que se les impregna un sutil bienestar que solo se obtiene al estar en
contacto con la naturaleza. Yo afirmo esto categóricamente, estamos hechos para
vivir entre la fresca brisa , el cálido sol , el verdor de las plantas,el aroma de las flores, escuchando el canto de las aves; antes que estar presos en la jungla de
concreto, fierros y alquitrán.
Yo me quedo sobre este verde y mullido césped con mi páter
(al menos en este relato); porque no hay nada mejor que estar en el jardín.
Como ya les dije, todo es diferente visto desde allí.
Oz