Friday, 13 September 2013

Desde el jardín

Se siente el frío invernal limeño mientras uno va descendiendo, sí, y me voy aproximando hacia una claridad allá abajo; en efecto, es un área verdosa, de pronto el frío va tornándose en una sensación térmica más bien fresca; ya desapareció aquella helada y perturbadora niebla matinal, y puedo comprobar que de pronto el clima está  ahora más templado; la primavera había llegado, y el mes de octubre también y el tiempo había volado en un suspiro, pero,  hacia el remoto pasado del año 1960;



 (Google Earth dice que se pueden conseguir imágenes satelitales del pasado de diferentes puntos del globo), ¿será que he de poder ver el Miraflores de la turbulenta década sesentera?



De cualquier manera, aquí están en el jardín, lo que desde arriba se veían como dos puntos uno grande y otro pequeño, no son otros sino ellos, ¿quiénes más?: Mi viejo, un voluminoso hombre que aunque no llegaba al metro ochenta ni a los 30 diciembres, su peso si sería la suma de ambas cifras;  y el suscrito,rechocnchito también, disfrutando su segundo bisiesto. Se ve que la están pasando muy bien, se les percibe relajados y felices.


      El señor Aguirre lee su periódico y su primogénito juega, sabe Dios con qué, pero está muy entretenido, nada los perturba debajo del sol primaveral que se ha dignado, por indicación del Altísimo, calentar la cuasi-portuaria ciudad heroica.
Todo era diferente desde este huerto (habían árboles frutales y hasta crecían tomates también), todo era solaz, diversión y relax (ojalá la vida fuera siempre así). No habían problemas, ni obligaciones que atender, ni impuestos o cuentas que pagar; uno no tenía que preocuparse por nadie, ni siquiera por uno mismo; para eso estaban los viejos, quienes  asumían ese costo, Anyway, adultos o pequeños, no importa la edad, al venir al jardín, experimentarán, no que se desvanecen los problemas y las angustias de este peregrinaje; sino que podrán advertir que se les impregna un sutil bienestar que solo se obtiene al estar en contacto con la naturaleza. Yo afirmo esto categóricamente, estamos hechos para vivir entre la fresca brisa , el cálido sol , el verdor de las plantas,el aroma de las flores, escuchando el canto de las aves; antes que estar presos en la jungla de concreto, fierros y alquitrán.
Yo me quedo sobre este verde y mullido césped con mi  páter (al menos en este relato); porque no hay nada mejor que estar en el jardín. Como ya les dije, todo es diferente visto desde allí.

Oz